Un crimen políticamente correcto: reseña de “La muerte de Ulises” de Petros Márkaris

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Afirmaba Pierre Teilhard de Cardin que nosotros mismos somos nuestro peor enemigo, que nada puede destruir a la Humanidad, excepto la Humanidad misma. A pesar de lo polémica que puede resultar su filosofía, pocos negarán la crítica situación en la que se encuentra actualmente el Punto Omega, esa superconciencia de la Humanidad. El aspecto crítico que ha teñido nuestra supervivencia y se ha convertido en algo tan familiar e industrialmente aprovechable, nos sitúa ante dos opciones: un retorno moral a nivel global o una reconceptualización de los valores y revisión de los ideales. Porque es difícil pretender jugar a ganar en un juego, cuyas reglas no se corresponden con sus propiedades.

La llamada de atención sobre el cambio de conciencia social sirve de trasfondo en los relatos que componen la colección La muerte de Ulises de Petros Márkaris. El título original –Triimeria– se traduce como “fines de semana”, aunque personalmente me decanto por la versión de  la editorial Tusquets, que extrapoló el título de uno de los relatos al volumen. La muerte de Ulises es una doble metáfora, a mi particular modo de ver,- por una parte simboliza la ruptura con la imagen clásica e idealista de Atenas, y por otra, el fin de los antiguos ideales que tienen que ser sustituidos por aquellos que sean más acordes a las necesidades contemporáneas.

Petros Márkaris (Estambul, 1937) es un autor conocido por los amantes de las novelas policiacas y reconocido en 2012 por una de ellas titulada Con el agua al cuello con el VII Premio Pepe Carvalho y en 2013 con la Medalla Coethe. Guionista de televisión y dramaturgo, se mantuvo fiel a su pasión por las letras, aprovechando sus estudios de economía para forjar una  sólida moral a partir de la cual cultivar una poética crítica con el sistema. Las estancias en los países como Austria y Alemania le permitieron conocer otras realidades culturales e idiomáticas, no obstante, optó por escribir su obra en griego, su lengua materna. Márkaris es conocido por la serie de novelas policiacas que protagoniza Kostas Jaritos, un teniente con una llamativa peculiaridad: es un personaje que solo lee diccionarios.

Márkaris escritor y Márkaris guionista comparten un rasgo creativo- el ritmo; la sucesión de imágenes y escenas recuerdan a la narración cinematográfica. El volumen La muerte de Ulises es una colección de 8 relatos de una extensión aproximada de 15 páginas, que recuerdan a un cortometraje. No obstante, la ventaja de la lectura con respecto a un formato audiovisual es que el lector, al no visualizar la misma realidad que el autor, se puede llevar una verdadera sorpresa. Este es el caso del relato El cadáver y el pozo, durante cuya lectura descubrí hasta qué punto se entrega mi conciencia en creer de forma plana la realidad que se presenta ante mis ojos.

Relatos de temática policiaca, que no obvian la situación política actual, ya sea de Atenas o del viejo continente en general: “puesto que la política y la economía son como las uvas que maduran colgadas de un mismo racimo, junto con la situación política se torció la económica”. En este contexto son historias que protagonizan aquellos que sufren los cambios: los emigrantes, los refugiados y las clases más desfavorecidas. En La destrucción de Pompeya, Petros Márkaris presenta una historia, cuya finalidad de hacer reflexionar al lector se eleva por encima de la del puro entretenimiento. El conflicto narrado se desarrolla en Atenas, sin embargo, todos los ciudadanos europeos son capaces de entender, y algunos –desgraciadamente- incluso compartir reflexiones como “al final, no habrá nadie que quiera comprarse un piso aquí, Tendremos que vender por una miseria y marcharnos. Si no los echamos nosotros nos echarán ellos” o “tenemos que mandarlos de vuelta a sus países, para que se maten entre ellos y nos dejen vivir en paz”.

Especial mención merece El asesinato de un inmortal, el relato que abre el presente volumen. Esta historia comienza con la noticia del asesinato de Lambros Spajís, un escritor de renombre, candidato a la Academia. El proceso de la investigación transcurre sin demasiadas complicaciones y la resolución del crimen –que desde mi papel de lectora no me ha parecido agradable- concluye en 20 páginas. ¿Una historia policiaca del montón en la que ni siquiera el final es satisfactorio? En absoluto. Sí, es un argumento simple que sirve de escenario para el desarrollo de una historia protagonizada por unos pocos y nada profundos personajes. Sin embargo, lo que tras un primer contacto puede parecer un relato simplón, tiene un potente trasfondo. A modo de fábula, con sencillez y elegancia, al final –ese final poco satisfactorio- al lector le espera una moraleja, que no causaría el mismo efecto con una estructura narrativa diferente.

Durante el contacto con La muerte de Ulises el lector puede implicarse conciente y conscientemente hasta el nivel que él mismo desee. Esta es la curiosa ventaja de exponer temas de actualidad mediante una trama policiaca,- la globalización beneficia a los géneros literarios periféricos. Sin embargo, sería un gravísimo error pensar que se trata de relatos superficiales, cuyo objetivo se limita a entretener al lector. Todos ellos comparten el planteamiento de la posibilidad de amar al prójimo como a ti mismo. De forma honesta. Sin condiciones que conllevan los ísmos ideológicos. Porque el amor es el arma con el que se puede combatir la destrucción de la Humanidad que la misma Humanidad se inflige. Porque no hay otra respuesta a la pregunta que planteó Dostoievski -¿cómo proteger al ser humano que hay dentro de ti?- que no sea “mediante el amor”.

Escritor se nace, no se hace: reseña de “Relatos tempranos” de Truman Capote

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“Y mientras la veía desaparecer, Teddy pensó en lo maravilloso que debía ser tener una madre como ella y un perro como Frisky. Oh, Jamie es un chico con mucha suerte, pensó.” Teddy, el protagonista del relato “Esto es para Jamie”, pronto cumplirá ocho años, la misma edad a la que su creador Truman Capote comenzó a escribir. Relatos tempranos (Anagrama, 2016) reúne 14 de unos veinte relatos, hallados durante el verano de 2014 de entre los documentos del Archivo Truman Capote de la Biblioteca Pública de Nueva York.

Capote, nacido en 1924 en Nueva Orleans, cultivó la escritura desde muy joven, debutando con su primera novela Otras voces, otros ámbitos a los 24 años. “Sabíamos que Capote contó que a los nueve o diez años ya había tomado la decisión irrevocable de convertirse en escritor, y que desde los ocho años se pasaba las tardes frente a la máquina de escribir, pero no esperábamos que la mayor parte de sus obras de juventud fueran tan maduras. Maduras desde un punto de vista dramatúrgico y lingüístico, pero también sentimental; con gracia en el tono y, si es que existe tal cosa, repletas de inteligencia emocional”, afirma en el epílogo Anuschka Roshani. Esta característica de inteligencia emocional con la que la editora de Kein & Aber define la narrativa de Capote, y que es tan conocida por los lectores de A sangre fría (1966), se erige inherente al escribir capotiano en esta colección de Relatos tempranos.

Gracias a la inteligencia emocional, el jovencísimo autor es capaz de relatar la realidad de sus personajes, y desde esa realidad relatada conducir al lector a intuir la realidad deseada de éstos. La amistad anhelada se deja entrever en la desconfianza que define la relación de Tim y Jake; la humanidad y el sacrificio personal de una persona antipática se manifiestan en el momento más inesperado, y ¿quién le iba a decir a la cocinera Lucy que sería en plena Nueva York dónde descubriría su amor incondicional por sus raíces sureñas? Se trata de relatos cortos de una extensión aproximada de unas diez páginas, en las que se desenvuelven historias e incluso vidas mucho más profundas de lo que sugiere su modesto volumen. Las narraciones muestran una capacidad de observación casi sobrenatural, que Capote empleó en su labor periodística y años más tarde se materializó en A sangre fría. Las historias captan la atención del lector al instante: el autor irrumpe en el transcurso de la vida de sus personajes en un momento crucial para el desarrollo de sus personalidades. Con sumo cuidado y sensibilidad artística son elegidos los objetos y atributos que definen el carácter de los protagonistas, de modo que con una breve descripción el lector puede no solamente perfilar los rasgos del personaje, sino colorear su personalidad.

En Relatos tempranos encontramos temas y motivos que caracterizarán la producción literaria de Truman Capote en la edad más madura. Incluso un recurso tan peligroso como son los reflejos autobiográficos en la narrativa, a los que recurre desde sus primeros contactos con la pluma, es llevado con suma destreza a lo largo de toda su carrera. El autor da vida a sus personajes desde el conocimiento y el autoconocimiento como, por ejemplo, a Teddy- el chico que protagoniza “Esto es para Jamie”. Truman y Teddy no solo comparten la edad, sino también la ausencia del amor maternal y la exclusión del núcleo familiar. Y si en sus comienzos Capote expresó el anhelo de la figura materna con “Teddy pensó en lo maravilloso que debía de ser tener una madre como ella”, años más tarde, su madre –Lillie Mae Faulk- le servirá de inspiración para crear a Holly Golightly, la protagonista de Desayuno en Tiffany´s (1958).

Hilton Als ve al joven Truman Capote como a un “espiritual niño desvalido sin domicilio fijo digno de ese nombre”, que “encuentra su punto de enfoque, o acaso su misión: articular todo aquello que se sociedad y circunstancia no habían descrito hasta entonces, en especial la transitoriedad, y esos momentos de amor heterosexual o de recluido, silente homoerotismo, que segregan a las gentes, a unas personas de otras.” Capote, que escribe sobre el aislamiento, la segregación racial y el rechazo, junto con su amiga de la infancia Harper Lee se erigen como los autores que cultivaron la literatura de la marginalidad.

Pocos descubrimientos tardíos de una producción literaria desconocida han sido tan fructíferos y esclarecedores como el de la caja con el nombre “High School Writings” del ArchivoTruman Capote. La asombrosa madurez y el lúcido juicio de un joven que escribe desde la marginalidad no pueden dejar indiferente a los lectores. Capote es un autor de narraciones realistas, que aun prestando mucha importancia a la verdad, concibe la escritura como un modo de falsear la realidad: “darle un poco de vida”, como lo llama en Autorretrato (1972). La colección de Relatos tempranos demuestra, que esta capacidad creadora de vida es innata en Truman Capote, que como un auténtico showman no deja de maravillarnos incluso 32 años después de su muerte.