Da igual cuál es el sitio en el que comience la lectura. Ya sea en el sofá, en la cola de la librería o en el metro. La última novela del escritor peruano desde las primeras líneas secuestra la atención y los cinco sentidos del lector para trasladarlos a una cama de matrimonio. Allí, en esa cama se está viviendo un momento de tensión sexual y de deseo tan incontrolable y difuso que hace que los límites de lo real se pierdan entre las sábanas. “¿Había despertado o seguía soñando?” –se pregunta Marisa. Y esta es la frase con la que comienza Cinco esquinas.
La historia que irrumpe como una novela erótica con dos amigas como protagonistas, se torna en una novela policiaca, en un thriller ambientado en el Perú de Fujimori. El escenario de un régimen dictatorial con un estricto toque de queda se presta al desarrollo de una relación lésbica, un chantaje mediante unas fotos comprometidas, unos destinos y vidas humanas puestas en peligro. Una flamante cantidad de motivos literarios -que para nada influye de manera negativa en su calidad- sustentan una interesante y poco tratada dominante temática: la utilización de la prensa amarilla por la dictadura.
En un ambiente cada vez más claustrofóbico los acontecimientos se efectúan a un ritmo de inesperados giros narrativos, creando un terreno idóneo para la germinación de la personalidad de los protagonistas. La perspectiva que brinda la técnica del narrador omnisciente permite penetrar en la mente de los personajes, conocer sus verdaderos pensamientos en situaciones más delicadas y comprometidas. De forma paralela el lector conoce a dos matrimonios de alta sociedad, a un recitador de poesía jubilado y a una periodista de prensa amarilla residente en el barrio limeño de Cinco esquinas. Son estos tres pilares en los que se sustenta la historia, y en cuyo centro, a medida que avanza la trama- emerge la figura del Doctor- el jefe del Servicio de Inteligencia de Fujimori.
Entre los peligros de una dictadura raramente se incluye la amenaza a la libertad de expresión, no obstante, el periodismo es un arma letal cuando se hace un mal uso de él: “Yo te diré a quién hay que investigar, a quién hay que defender y, sobre todo, a quién hay que joder”- dice el personaje del Doctor a la periodista (página 243). Mediante la prensa se consigue controlar a los opositores del régimen, creando una falsa opinión popular acerca de una persona o un acontecimiento. Sin embargo, no es necesario que el gobierno sea un régimen totalitario para que la información sea presentada con el fin de provocar una reacción determinada. La vulnerabilidad del imaginario colectivo y la opinión social está en estrecha relación de dependencia con la cultura y la educación. Por esta razón, el tema central de Cinco esquinas sobre la utilización del periodismo como un arma política es tan actual a nivel internacional.
Como sucede con las novelas de estructura policiaca, la intriga va in crescendo para culminar de una manera satisfactoria. No obstante, los grandes autores crean obras que llevan la firma de su maestría, y Cinco esquinas ejemplifica este hecho. La novela cuenta con 22 capítulos, y a lo largo de los diecinueve primeros la lectura ofrece un delicioso lenguaje lleno de peruanismos, situaciones con unas resoluciones de lo más inesperadas y momentos eróticos en los cuales el lector se convierte en voyeur. Son los últimos tres capítulos, cual firma del Maestro Creador, que por su estructura llevan al lector prácticamente sin aliento hacia el final. Un final abierto, acerca del cuál durante las semanas posteriores a la lectura nos estaremos preguntando si ha sido realmente un happy end.
“… una situación tan absolutamente anómala la que se está viviendo esa ciudad, ese país en ese momento: hay terrorismo, hay dos movimientos que han declarado una guerra de Estado, que secuestran y que ponen bombas. Hay operaciones de ejército contra el terrorismo, que son acciones en muchos casos terroristas, hay comandos formados por el propio gobierno que no son el ejército ni la policía- son comandos de acción que también producen atrocidades, hay un toque de queda en estricto… Todo esto ha generado una situación de inseguridad, de incertidumbre, de claustrofobia a la gente. Y esa situación, creo yo, para muchas personas ha sido un gran incentivo sexual, es como si el sexo se convirtiera en una carta de salvación, en una manera de ofuscarse y de olvidarse de esa realidad tan absolutamente insegura y hostil. O la búsqueda de un placer un poco perverso precisamente por esas circunstancias de desorden y de caos: esa es la razón de esa idea inicial, y yo creo que con el contexto de la historia de alguna manera se explica el sexo desmesurado y tan turbulento.” Con estas palabras Mario Vargas Llosa compartía con la periodista Montserrat Domínguez la idea inicial de su obra Cinco esquinas, cuya presentación tuvo lugar en el Círculo de Bellas Artes de Madrid el 7 de marzo de 2016. La entrevista, inédita hasta la fecha de la publicación de la presente reseña, cuenta con un espacio propio en este blog: Presentación de Cinco esquinas de Mario Vargas Llosa.
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